Escena 1: Lisboa de mediados del siglo XX, ciudad de intriga y espionaje. Una vela encendida, llena de humo, en el bar del barrio de Alfama con un pequeño escenario en el que dos músicos rasguean la viola y la guitarra portuguesa para competir con la cháchara y el tintineo de los vasos. Entra una morena sombríamente vestida para recibir un educado aplauso; sus manos sacuden nerviosamente un chal, sus pechos se estremecen y un silencio saluda a una magnífica voz de contralto que canta una historia de pescadores perdidos y sus amantes.

Escena 2: Oporto de principios del siglo XXI. Un estudio de grabación brillantemente iluminado y sin humo. Los dos músicos ahora respaldados por una pequeña orquesta. Entra una rubia con el pelo bien peinado y con una bata ajustada y brillante. La voz crece y escuchamos una historia de pasión y amor no correspondido.

Escena 3: Una calle muy transitada de Coimbra se llena de turistas que escuchan la música estridente que sale de un "ghetto blaster" en un carro desde el que se ofrecen a bajo precio auténticos CDs falsos de canciones piratas con vocalistas principalmente femeninas como verdaderos ejemplos de la música tradicional portuguesa.

Esto es Fado, viejos, nuevos y populares estilos.

Nadie está seguro de dónde se deriva. Algunos dicen que evolucionó de la cultura afrobrasileña de modinhas y lundu que se combinó en el "fado-dança". Otros dicen que tiene raíces en la música de los moros judeo-árabes que trajeron una cultura sefardí al sur. Lo que es probable es que las tres fuentes se hayan entrelazado durante los últimos doscientos años de la historia de Portugal como una potencia marítima que reúne un crisol musical de canciones populares y chabolas marinas.

A finales del siglo XIX, el género se encontraba principalmente en los grandes puertos de Lisboa y Oporto. El musicólogo Ernesto Vieira (1890) nos dice que fuera de estas dos ciudades (y de Coimbra) los campesinos preferían una música "muy diferente" y que en las provincias del sur el fado era casi desconocido.

Con la llegada de la radio y los gramófonos, la popularidad del fado se extendió rápidamente tanto entre los operarios (¡obreros que introdujeron los libretos de temática socialista!) como entre la burguesía que añadía el repertorio a la diversión de sus salones.

Más recientemente, el Estado portugués ha consagrado el fado como símbolo de identidad nacional y esta clasificación ha reforzado el apoyo institucional. En 2011 la UNESCO declaró el género musical como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Escena 4: El gran auditorio de la Fundação Calouste Gulbenkian en Lisboa, el 14 de diciembre de 2016. El grupo Os Músicos do Tejo, de gran éxito, está dando una actuación con instrumentos de época titulada "Del Barroco al Fado. Un viaje a través de la música portuguesa". Los vocalistas son Ana Quintans y Ricardo Ribeiro cuyas interpretaciones son magníficas.

Si desea ampliar su conocimiento de la música portuguesa, le recomiendo la adquisición del CD - referencia 8.573875 Naxos.

Continuará con las biografías y la discografía.