El sonido agudo de las gaitas y el giro de la falda escocesa han sido parte de la música y la danza tradicionales en las tierras altas del norte de Portugal desde el siglo XII. Los registros del período de 1750 a 1950 muestran que su uso era indispensable para eventos como bodas, funerales, aniversarios y ceremonias religiosas. Los conjuntos se componían de dos o más gaiteros acompañados por percusionistas y flautistas. Las canciones populares se cantaban a menudo en mirandés (el segundo idioma oficial de Portugal) o en los dialectos del transmontano, el nortenho y el alto-minhoto, mientras que las danzas se interpretaban en estilos similares a los de los veranos ingleses y los flingers escoceses.

La asociación celta con Portugal es tan fuerte como en las provincias españolas vecinas de Galicia, Asturias y Zamora, donde las gaitas se conocen como gaitas gallegas. De hecho, la frontera entre los dos países ibéricos siempre ha sido porosa y muchos emigrantes gallegos se desplazaron hacia el sur, a Lisboa y Coimbra, llevándose consigo sus gaitas y tradiciones. Al mismo tiempo, los romances e intercambios familiares transfronterizos han dado lugar a una fusión musical natural y el tubo de un solo zumbido de Portugal ha sido sustituido en gran medida por los tubos dobles o triples de fabricación gallega.

La Associação Gaita de Fole, con sede actual en Lisboa, está promoviendo enérgicamente el resurgimiento del interés por las gaitas. Tiene cursos para todos los niveles de realización y tiene un pequeño taller para reparar y afinar este fascinante instrumento.

Tradicionalmente las gaitas consisten en una piel de animal (normalmente de cabra) que se mete bajo la axila izquierda y se infla a través de una boquilla que controla la presión a medida que el aire es expulsado a través de los zánganos de lengüeta simple y el canteador de doble caña más pequeño que produce la melodía utilizando tres dedos de la mano izquierda y cuatro de la derecha para controlar las ocho perforaciones.

Pero las gaitas no son de ninguna manera exclusivas de la historia celta. El poeta griego Aristófeles registra que en Tebas del 400 a.C. las gaitas estaban hechas de piel y huesos de perro y Suetonious en sus Vidas de los Doce Césares describe al emperador romano Nerón como tan hábil con este instrumento como lo era con el arpa. Y las versiones medievales desarrolladas en Alemania e Inglaterra usaban fuelles sacrílegos cuando faltaba el soplo.