La idea nació hace unos siete años, cuando la asociación "Os Pioneiros" llegó a la conclusión de que "era necesaria una respuesta social que precediera a los asilos y que diera a las personas la posibilidad de ser autónomas y llevar una vida normal".

"La llamamos Casinhas Autónomas, pero un ex-ministro que visitó la institución informalmente la llamó aldea social y creo que el nombre encaja bastante bien, porque esto, en el fondo, es una aldea. La gente se conoce e interactúa como en una aldea", dijo José Carlos Arede, presidente de la dirección de "Os Pioneiros".

Construida en los terrenos de esta institución privada de solidaridad social, con sede en Mourisca do Vouga, la aldea consta de diez casas prefabricadas de madera rodeadas de un extenso jardín y un bosque de pinos. En cada una de ellas viven una o dos personas del mismo sexo, según la agencia de noticias Lusa.

Sentados en un pequeño porche frente a una de las casas, encontramos a Benilde da Glória Vidal, de 86 años, y a Emília de Jesus Antunes, de 85. Son las dos últimas residentes de las casas. Se mudaron aquí hace casi dos años y desde entonces comparten la misma casa.

"Yo vivía sola en mi casa. Mi hija no tiene tiempo para cuidarme y pensé en venir a estas casitas", dice Glória Vidal.

La casa tiene una cocina, un dormitorio y un baño. El espacio es reducido, pero tiene todo lo necesario. "Me gusta estar aquí. Me gusta mucho la casa, me gusta el paraíso, me gusta la gente, me gusta todo", dice.

"La gente cuando llega aquí está fascinada, porque no perderá su autonomía, se siente en su propia casa", destaca José Carlos Arede, añadiendo que actualmente hay unas 30 personas en lista de espera.

Las casas se alquilan por un precio que oscila entre unos 100 y 850 euros. "Cuando la gente no lo tiene, no debe pagar. Es según los ingresos. No queremos algo elitista aquí", dice José Carlos Arede.

António de Oliveira Pinho, también conocido como "Pauleta", empezó ayudando a la asociación como voluntario y, hace unos siete años, se trasladó a las Casinhas Autónomas. La decisión se tomó después del divorcio de su mujer.

"No me gusta la soledad. Tenemos que caminar, hacer ejercicio, hablar con la gente y aquí lo tenemos todo. Cuando me apetece, salgo a merendar, bebo unas copas con los amigos y juego a las cartas, porque me gusta mucho jugar a las cartas", dijo.

Este ex futbolista profesional que lleva más de 40 años en Sudáfrica no puede imaginarse viviendo en una residencia de ancianos: "¿Quién quiere ir a una residencia de ancianos? Espero no ir allí. Estaría pensando en escaparme, a nadie le gusta ir allí", afirma.

El presidente de "Os Pioneiros" lamenta que esta respuesta social no esté prevista en la Ley, considerando que las casas juegan un papel "esencial", entre otras cosas porque la realidad de los ancianos ha cambiado mucho en los últimos años.