En total, 136 diputados votaron a favor, 78 en contra y cuatro se abstuvieron.

Aunque la votación ha sido alabada por muchos, la Conferencia Episcopal Portuguesa ha expresado su "tristeza e indignación" por la aprobación en el Parlamento de la despenalización de la muerte médicamente asistida.

"Los obispos portugueses expresan su tristeza e indignación por la aprobación parlamentaria de la ley que autoriza la eutanasia y el suicidio asistido. Esta tristeza e indignación se ven agravadas por el hecho de que se legalice una forma de muerte provocada en el momento de mayor agravamiento de una pandemia mortal, en la que todos queremos esforzarnos por salvar el mayor número de vidas posible, aceptando restricciones de libertad y sacrificios económicos", afirman los obispos en un comunicado.

Los obispos consideran que "es un sinsentido legalizar la muerte causada en este contexto, rechazando las lecciones que la pandemia ha dado sobre el precioso valor de la vida humana, que la comunidad en general y en particular los profesionales de la salud tratan de salvar de forma sobrehumana" y subrayan que la ley aprobada puede ser aún objeto de control de constitucionalidad, "por ofender el principio de inviolabilidad de la vida humana" en la Ley fundamental.

"La respuesta a la enfermedad y al sufrimiento debe ser, más bien, la protección de la vida, sobre todo cuando es más frágil por todos los medios y, en concreto, el acceso a los cuidados paliativos, de los que la mayoría de la población portuguesa sigue estando privada", afirman.