Miro el montón de trastos que he sacado de debajo de mi cama. El vacío bajo mi colchón se ha convertido en una tierra de nadie de cosas que no uso pero de las que no puedo desprenderme: viejos proyectos de la universidad, antiguas agendas con anotaciones que te harían temblar de vergüenza, ropa que estoy convencida de que podría volver a ponerse de moda, disfraces, un MacBook roto, regalos de Navidad sin usar... la lista continúa.

Ahora que me acerco al crepúsculo de la veintena, he decidido que ya es hora de dejar de acumular reliquias al azar bajo la cama y empezar a hacer una "limpieza sueca de la muerte". La frase se traduce de la palabra sueca "dostadning", y se refiere a la práctica de limpiar las posesiones de uno antes de morir. La idea es ahorrar a tus seres queridos la onerosa tarea de tener que rebuscar entre tus objetos y encontrarles un hogar una vez que te hayas ido, y también te libera de la carga psicológica de estar rodeado de caos y desorden.

No es tan deprimente como parece
El fenómeno fue acuñado por Margareta Magnusson, una escandinava que se describe a sí misma como "entre 80 y 100 años". Después de vivir con este mantra durante años, Margareta acaba de escribir un libro sobre el tema, The Gentle Art Of Swedish Death Cleaning. Ya ha sido noticia en el Reino Unido, gracias a su enfoque franco y honesto de la mortalidad y nuestra complicada relación con el acaparamiento.

"La limpieza de la muerte significa eliminar las cosas innecesarias y poner orden en tu casa cuando crees que se acerca el momento de dejar el planeta", escribe Margareta en su guía. En lugar de ser macabra, cree que limpiarse de toda una vida de pertenencias innecesarias puede instaurar una forma permanente de organización que hace que la vida diaria funcione mejor.

"Cuando haces limpieza a muerte, dejas de correr por la casa buscando el bolso o las llaves, porque hay menos cosas en las que se pueden perder", dice Margareta, "te da más tiempo y te hace estar menos estresado".

¿Cómo empezar?
Magnusson recomienda dividir las pertenencias por categorías y abordar primero la más fácil. Sugiere empezar por la ropa y evitar los objetos sentimentales, como las fotografías, pues de lo contrario te quedarás atascado en el camino de los recuerdos.

Además de poner fin a un problema de acaparamiento, el método revela que también es divertido pasar una tarde revisando recuerdos del pasado: "He descubierto que es gratificante pasar tiempo con estos objetos por última vez, y luego deshacerse de ellos. Cada objeto tiene su propia historia, y recordar esa historia suele ser agradable", dice Margerita.

Así que, siguiendo la guía del libro, ese MacBook roto va a una tienda de piezas usadas, mi alijo de maquillaje sin usar se pasa a las amigas. A veces hay que regalar los objetos más preciados, con la esperanza de que acaben en manos de alguien que cree sus propios recuerdos", dice Margareta.

Guarda las cosas preciadas
Por supuesto, no hay que tirarlo todo en un arrebato minimalista. "Guarda las cosas que te hacen feliz, o que te facilitan la vida", dice Margareta. "Tira las cosas que se han acumulado y que ya no necesitas".

Para los recuerdos privados que no tienen precio, como mis hilarantes diarios llenos de angustia, Margarita sugiere crear una caja "Throw Away": "Cuando encuentro cosas que no tienen absolutamente ningún valor para nadie más, pero sí un enorme valor para mí, van a mi caja Throw Away", dice. "Una vez que me haya ido, la caja puede ser destruida".

La caja Throw Away también tiene instrucciones claras para los amigos y la familia de que, si ocurre algo imprevisto, estas reliquias personales se destruyan y no se lean en voz alta en su funeral.

¿Qué se siente?
Tras una oleada inicial de temor y arrepentimiento al salir de la tienda de beneficencia, pronto me siento mejor al ver el espacio agradablemente despejado bajo mi cama. Es como si me hubiera quitado un peso de encima.

En todos los pisos que he alquilado en los últimos 10 años, la zona de la cama se ha convertido en mi espacio de acaparamiento, algo de lo que me ponía a la defensiva si mis novios o compañeros de piso intentaban husmear o preguntarme. Ahora sé que tampoco me perseguirá en el más allá.

Parece que, sea cual sea tu edad, la limpieza de la muerte es buena para el alma, pero para los mayores puede ser el mejor regalo que les dejas a tus seres queridos. "Una vez que alguien se ha ido, las cosas pueden ser bastante caóticas", dice Margareta. "Ordenar todo es triste a veces, pero realmente no quiero darles a mis queridos hijos y a sus familias demasiados problemas con mis cosas cuando me haya ido".