Fernando Almeida ha compartido en las redes sociales fotos y vídeos de esta inesperada relación con el animal salvaje que ya entra en su casa, come de su mano e incluso comparte el comedero con otros animales domésticos, entre ellos dos gatos.

Fernando vive junto a la carretera en la aldea de Oleiros, cerca de la ciudad de Braganza, y contó a Lusa que la historia de esta relación comenzó en noviembre, cuando conducía y vio un zorro postrado en la carretera.

Sospecha que "debió ser atropellado por un coche, porque no tenía heridas visibles".

Se llevó el animal a casa y lo alimentó "durante cuatro o cinco días, hasta que se recuperó, empezó a caminar y se fue".

"De repente, desapareció durante unos 15 días", dijo, y siguió sin aparecer hasta que, una noche, Fernando Almeida estaba viendo una película en la cocina y se asustó al ver una figura en la ventana donde suele dar de comer a los gatos.

Resultó ser el zorro que había regresado, y "desde entonces, vuelve todos los días a la hora de cenar y no se va" hasta que Fernando lo alimenta.

"Parece que conoce el ruido de la furgoneta, cuando llego, aparece", dijo, en relación a la puntualidad del animal cuando Fernando llega a casa tras una jornada de trabajo.

El zorro se come entonces la comida y "se queda por aquí y luego desaparece hasta el día siguiente".

Fernando contó a Lusa que empezó a comprar carne a propósito o a recoger las sobras de las carnicerías para el zorro.

"Le encanta el pollo", dice.

Fernando también observa el comportamiento del zorro que come en el lugar donde él pone la comida, pero también la recoge y "se lleva cuatro o cinco trozos a la boca, se va quién sabe dónde, y vuelve para seguir comiendo".
"No sé si lo coge para quedárselo", dice.

El zorro puede ser un macho, pero Fernando lo ha bautizado como "Linda" y garantiza que cuando la llama por su nombre ella responde.

Y así como aparece, desaparece en el monte hasta la siguiente hora de la cena, porque, como subraya Fernando, "sigue siendo salvaje".