En 2019 se notificaron 1.848 casos de tuberculosis, 38 menos que los 1.886 de 2018, lo que equivale a una tasa de notificación de 18 por 100 mil habitantes en 2019 y de 18,4 por 100 mil habitantes en 2018.

En cuanto a los casos nuevos, en 2019 se registraron 1.696, además de 152 retratamientos; mientras que en 2018 hubo 1.740 casos nuevos y 146 retratamientos. La tasa de incidencia (número de casos nuevos) también siguió la tendencia a la baja, con 17 casos por cada 100 mil habitantes en 2018 y 16,5 en 2019.

En términos regionales, Lisboa y el Valle del Tajo, con 22,9 casos por cada 100 mil habitantes en 2019 (884 casos), y el Norte, con una tasa de notificación de 19,8 (707 casos), se mantienen como las regiones con mayor incidencia de la enfermedad en el país.

En la distribución por sexo, hay una mayor incidencia en los hombres, ya que el 66,9% de los casos son masculinos en 2019.

A nivel de edad, existe una clara prevalencia de la tuberculosis en la edad adulta. Sólo el 3% del total de casos de 2019 apareció en niños y jóvenes de hasta 15 años. La mediana de edad registrada en 2019 fue de 49 años, uno más que los 48 años estimados para 2018.

En cuanto a la caracterización clínica y bacteriológica de los casos, la mayoría sigue presentando la forma pulmonar, con un 74,1% del total de casos en 2019. Por otro lado, las formas graves de tuberculosis diseminada, meníngea o del sistema nervioso sólo se encontraron en 92 casos en 2019 (87 en el año anterior), lo que representa el 5% del total de casos.

Al mismo tiempo, el 79,9% de los casos notificados en 2019 también se sometieron a la prueba del VIH (88,1% en 2018), con un 9% de coinfección tuberculosis / VIH.

Según los indicadores, el éxito de los tratamientos fue del 83%, mientras que la letalidad de la enfermedad no superó el 7,1%.

El informe advierte del largo tiempo de diagnóstico y de los riesgos que esto supone en términos de diseminación social: "La mediana de retraso entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico ha ido aumentando en la última década, lo que se relaciona con un menor índice de sospecha de tuberculosis por parte de los profesionales y de la propia población y que justifica la necesidad de mejorar la alfabetización en tuberculosis".

Entre las explicaciones, el documento indica que el "retraso en el diagnóstico está relacionado en dos tercios de los casos con la demora del usuario en valorar los síntomas y buscar atención sanitaria y en un tercio de los casos con la respuesta sanitaria". A nivel nacional, el tiempo entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico fue de 74 días en 2019, lo que se traduce en una evolución positiva respecto a los 79 días de 2018, pero está muy por debajo de los 60 días que se dieron en 2010, el año con el valor más bajo de la última década.

"Los resultados actuales significan la necesidad de optimizar las herramientas de vigilancia para una mayor precisión de los resultados y la planificación de futuras estrategias para mejorar la alfabetización de la tuberculosis por parte de la población y los profesionales", dice la Directora General de Salud, Graça Freitas, en el informe .

Al definir las perspectivas para 2021 y 2022, el Programa Nacional de Tuberculosis "define como prioridad la reorganización de la respuesta asistencial a la tuberculosis, la optimización de las plataformas de notificación y la mejora de la alfabetización en tuberculosis de la población general y de los profesionales de la salud y, por último, la interconexión entre las diversas estructuras sanitarias y sociales, permitiendo una respuesta integrada".

El impacto de la pandemia de covid-19 no se pasa por alto en el documento, que recuerda que la inversión financiera realizada para frenar la propagación del virus SARS-CoV-2 "tendrá un impacto previsible" en el control de enfermedades como la tuberculosis. "El acceso a la atención sanitaria puede ser más difícil, lo que requiere estrategias para ajustar la respuesta sanitaria, manteniendo la respuesta centrada en el paciente e implicando a la comunidad", concluye.