El músculo cardíaco es una bomba del tamaño de un puño que bombea continuamente la sangre por todo el cuerpo humano. Consta de cuatro compartimentos o cámaras, dos aurículas y dos ventrículos. Cada ventrículo tiene una entrada y una salida.

Los déficits de las válvulas pueden hacer que no se abran correctamente, dificultando el paso de la sangre a través de la válvula, lo que se conoce como estenosis valvular. También puede ocurrir que no se cierren del todo, provocando una pérdida o regurgitación, lo que se conoce como insuficiencia valvular. Los problemas de las válvulas cardíacas son, en la mayoría de los casos, causados por trastornos congénitos, fiebre reumática, infecciones o causas degenerativas asociadas a la edad.

La función de la válvula aórtica es hacer que la sangre, una vez bombeada por el corazón, no retroceda (hacia el ventrículo izquierdo) y llegue a los distintos tejidos con el volumen y la presión necesarios.

Cuando se produce una estenosis o estrechamiento de la válvula aórtica y se dificulta el flujo de sangre, se producen síntomas de fatiga, dolor en el pecho, dificultad para respirar al mínimo esfuerzo o incluso desmayos.

En la edad adulta, la EA se debe a un deterioro progresivo debido, por ejemplo, a la acumulación de calcio en las paredes de la válvula o tras un episodio de fiebre reumática.

La evolución de la EA suele ser lenta y asintomática. Sin embargo, si la degeneración de la válvula se encuentra en una fase avanzada, la enfermedad progresa rápidamente y se asocia a una tasa de mortalidad del 50%, dos años después de la aparición de los síntomas o incluso, una tasa de mortalidad del 50%, después de un año cuando se asocia a síntomas de insuficiencia cardíaca.

Se trata de una de las enfermedades más comunes que afectan a la población de edad avanzada, con una incidencia del 4% en personas mayores de 75 años, lo que corresponde al 40% de todas las valvulopatías diagnosticadas.

Estas cifras tienen tendencia a aumentar gradualmente según las estadísticas previstas sobre el envejecimiento de la población.

La mejora debida a la medicación disponible es limitada y no evita la progresión de la enfermedad ni las complicaciones más graves. Hasta hace muy poco, el tratamiento de la EA grave consistía en sustituir la válvula enferma por una prótesis (biológica o mecánica) en una operación a corazón abierto.

El Implante Transcatéter Percutáneo de la Válvula Aórtica ha revolucionado el tratamiento de la EA, al ofrecer la posibilidad de una sustitución valvular no quirúrgica en pacientes con EA severa inoperable o en aquellos pacientes con un riesgo muy elevado para la cirugía a corazón abierto.La solución percutánea, como su nombre indica, consiste en la introducción de una prótesis valvular biológica aplicada con el uso de un stent metálico, a través de una pequeña incisión en la ingle. Se trata de un procedimiento seguro y de reducido riesgo, ya que no necesita cirugía ni anestesia general, permitiendo una recuperación sustancialmente más rápida, con muy poco impacto en la calidad de vida del paciente.

Sin embargo, esta técnica requiere un equipo específico que no está disponible en la mayoría de los hospitales, lo que hace que un gran número de pacientes que se beneficiarían de este procedimiento no tengan esta oportunidad y se beneficien de él. Además, el acceso a este tratamiento presenta considerables asimetrías en toda Europa, pero en Portugal esta brecha es aún más significativa. Los informes de la OCDE y de Eurostat afirman que tenemos la menor tasa de implantes por millón de habitantes y, según los indicadores disponibles, sólo el 5% de los candidatos a esta intervención tienen la posibilidad de someterse a este procedimiento.

El HPA cuenta desde 2001 con un laboratorio de hemodinámica y un centro de intervención cardiovascular para realizar estas y otras intervenciones en trastornos cardíacos. Su equipo de cardiología incluye cirujanos cardiotorácicos, cardiólogos intervencionistas, cardiólogos especialistas en imagen, cardio-neumólogos y, además del laboratorio de hemodinámica, el HPA cuenta con un laboratorio de ecocardiografía con acreditación europea y una sala de quirófano híbrida.

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