Las conclusiones proceden de los resultados de un estudio lanzado por la Fundación Francisco Manuel dos Santos (FFMS), con el objetivo de medir los principales impactos de la pandemia del Covid-19 en la economía, la sociedad, las instituciones democráticas y la política internacional.

Según los resultados de la primera ronda de encuestas, realizadas entre el 16 de marzo y el 20 de mayo, tres cuartas partes de los encuestados se consideran al menos satisfechos con las medidas adoptadas por el Gobierno en el marco de la lucha contra la pandemia.

Entre las medidas que merecen una mejor evaluación, los encuestados señalan las restricciones a la circulación y a la actividad en el segundo encierro, el uso de la educación a distancia de nuevo en febrero, la solicitud de ayuda médica a otros países, la política de asesoramiento científico y el plan de vacunación contra el Covid-19, a diferencia de las medidas aplicadas durante Navidad y Año Nuevo, consideradas positivas sólo por el 25% de los encuestados.

Además, la mayoría de los encuestados (60 por ciento) dijo confiar en el gobierno, cifra que aumenta al 81 por ciento cuando se habla del Servicio Nacional de Salud (SNS) y al 85 por ciento respecto al Presidente de la República.

El Ministerio de Sanidad, por su parte, fue considerado el organismo estatal que mostró los resultados más positivos, pero la mayoría (72 por ciento) está de acuerdo en que sean los expertos los que tomen las decisiones sobre la lucha contra el SRAS-CoV-2.

Por otro lado, los resultados también revelan los efectos negativos de más de un año con medidas restrictivas, en la salud económica, social y mental.

"En cuanto a la salud mental, y aunque con los datos actuales aún no es posible estimar un patrón específico de cambio, podemos concluir que hubo un impacto negativo", dice el informe.

Por ejemplo, seis de cada 20 encuestados se sintieron solos durante el último año y, en comparación con el periodo anterior a la pandemia, el porcentaje de personas que sentían que su vida se acercaba a lo que idealizaban pasó del 71% al 22% en el primer encierro, aumentando ligeramente al 30% en el segundo.

"Los datos nos permiten comprobar que el aislamiento social predice de forma significativa las pérdidas de bienestar individual declaradas, siendo especialmente perjudicial el sentimiento de soledad", añade el documento.

A nivel laboral, el 38 por ciento de los entrevistados admitió tener una sensación de inseguridad laboral y casi el 20 por ciento asume que fue necesario recurrir al ahorro o pedir créditos para cubrir los gastos corrientes.

Dos de cada diez encuestados declararon que ellos, o un miembro de su hogar, se quedaron sin trabajo durante la pandemia y el 34% dijo que los ingresos de su hogar habían disminuido en el último año y medio.

Estas conclusiones parecen tener sentido si se comparan con otro dato, según el cual algo más de la mitad de los encuestados está de acuerdo en que, en la lucha contra una pandemia, es más importante dar prioridad a la salud pública, en detrimento de la actividad económica y el empleo, mientras que el 23% aboga por lo contrario.

Por otro lado, la gran mayoría (86%) admite que las limitaciones de las libertades públicas estaban justificadas, pero el 43% de los encuestados cree que la democracia se debilitó durante el periodo de la pandemia.

El estudio también analiza la percepción de los portugueses sobre la política internacional y, según los resultados, los encuestados parecen culpar a China (53 por ciento) de forma negativa en cuanto al origen o la gestión de la pandemia, en un 20 por ciento de las respuestas, como uno de los países que contribuyeron a una mayor coordinación colectiva de los esfuerzos.

En cuanto a las instituciones internacionales, la mayoría (63 por ciento) señala a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la principal organización, pero sólo el 15 por ciento valora el papel de la Unión Europea (UE).

Se recogieron tres muestras de aproximadamente 1.150 participantes cada una y el proyecto está coordinado por Carlos Jalali, de la Universidad de Aveiro, que tomó el relevo tras el fallecimiento de Nuno Monteiro, de la Universidad de Yale, en mayo.