Las causas de esta patología pueden ser dentales (sobre todo oclusales, es decir, la forma en que se relacionan los dientes entre sí), y también hay aspectos biopsicosociales y multifactoriales, que ilustran la compleja interacción entre los mecanismos biológicos (principalmente hormonales, más frecuentes en las mujeres), las condiciones psicológicas, como el estrés, la ansiedad y la depresión, y las condiciones ambientales, como los macro y microtraumas.

Desgraciadamente, en la mayoría de los casos, se tratan los síntomas en lugar de la patología subyacente, lo que hace que los pacientes que sufren una disfunción articular tengan una mayor frecuencia e intensidad de los síntomas, lo que conlleva un mayor riesgo de que el dolor se vuelva crónico.

Los síntomas de esta enfermedad son variados: dolor en la propia articulación; crepitación de la articulación; dificultad para abrir la boca; dolores de cabeza, especialmente por la mañana; cansancio y dolor facial; otalgia (dolor de oídos), zumbidos ocasionales en los oídos y mareos y cervicalgia (dolor de cuello).

La aparición del dolor puede ser repentina y empeorar progresivamente.

El enfoque del dentista para llegar a un diagnóstico implica una cuidadosa palpación de los músculos y de la articulación (evaluación de los movimientos al abrir y cerrar la boca), buscando sonidos durante los movimientos de la mandíbula, así como el examen de los dientes y de la propia cavidad oral.

Estos exámenes dentales incluyen la salud oral y periodontal, las ausencias dentales y los dientes perdidos que necesitan ser reemplazados (la falta de dientes es una de las principales causas de patología de la mandíbula).

El diagnóstico es principalmente clínico, apoyado por una historia clínica adecuada. La patología compleja requiere medios complementarios de diagnóstico.

La ortopantomografía se considera de primera línea, utilizándose la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) sólo en los casos más graves.

El tratamiento de la disfunción de la articulación temporomandibular es gradual y se divide entre el tratamiento no invasivo y el invasivo.

En una primera fase, el odontólogo fabrica un dispositivo CAD/ CAM, con el objetivo de relajar la propia articulación así como las estructuras asociadas, este dispositivo se denomina comúnmente Biteplate. Se prescribe un Biteplate junto con analgésicos y antiinflamatorios y, si es necesario, también se consideran medicamentos antidepresivos y antiepilépticos. En cuanto a la fisioterapia, se elaboran planes de tratamiento para la descompresión, la relajación y la movilidad de la articulación. El objetivo principal del tratamiento es la reducción del dolor de la articulación temporomandibular; el aumento de su función; la prevención de nuevas complicaciones y la mejora de la calidad de vida del paciente.

La cirugía ortognática o de la articulación temporomandibular se reserva para casos muy concretos.

En definitiva, el objetivo primordial es concienciar sobre esta patología que está devaluada la mayoría de las veces, llevando a una polimedicación y a un falso diagnóstico, donde el factor tiempo es fundamental para que el problema se cronifique.

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