La bolsa se fabricó a partir de redes de pesca desechadas y plásticos recogidos en las costas y playas portuguesas por los pescadores locales, que posteriormente fueron transformados en material textil por empresas del Norte.

El director general y cofundador de Skizo, André Facote, afirma en el documento que se estima que "el 35% de los microplásticos liberados en el océano proceden del desgaste de los textiles sintéticos durante el lavado". "Estos microplásticos son ingeridos por los peces, que luego consumimos", advierte, y añade que esta bolsa es "el primer paso" para ayudar a resolver este problema medioambiental.

Según André Facote, para utilizar la bolsa basta con llenarla con unos dos tercios de ropa sintética y meterla en la lavadora, junto con otras prendas. "Como las bolsas están fabricadas con una fina capa de poliamida (textil de redes) con aberturas de unos 50 micrómetros, las fibras que pueden desprenderse de la ropa sintética quedan retenidas en la bolsa y se pueden reciclar", asegura.

Los próximos pasos de la empresa tecnológica en la fase de desarrollo pasan por estudiar la posibilidad de "dar una segunda vida a los microplásticos recogidos en la bolsa", así como invertir en la producción de trajes de baño a partir de redes de pesca desechadas. Hasta ahora, la marca, que inició su línea de productos con el desarrollo de zapatillas deportivas, ya ha realizado ventas a varios países europeos, a Brasil, a Estados Unidos de América y a Canadá.

La "startup" también ha creado bolsas de playa hechas con plástico del océano, algodón reciclado y lino, y este mes pretende lanzar un nuevo diseño de zapatillas personalizadas. Los productos sólo se fabrican bajo pedido, de modo que "sólo se utilizan los recursos necesarios para la demanda del mercado", dice su cofundador.