El portugués, originario de Santa Maria da Feira, fue declarado culpable de disparar a su mujer y a su hijo mayor, el 25 de abril de 2018, tras una violenta discusión en el domicilio de la víctima. Ahora ha sido condenado a cadena perpetua y a pagar una indemnización de unos 60.000 francos suizos por daños morales a la familia de la víctima.

El Tribunal de Medidas Coercitivas y de Ejecución de Penas de Renens también ordenó la expulsión del acusado de Suiza durante 15 años, tal y como establece el Código Penal.

El Ministerio Público describió al hombre como un marido celoso, posesivo y egoísta que, tras ser abandonado por su mujer, planeó los asesinatos.

"Se trató de un crimen planificado", concluyó el Ministerio Público, afirmando que el arma homicida se encontraba en el interior de su vehículo, debidamente cargada y con munición adicional, la tarde en que el asesino se dirigió al apartamento de su mujer.

Ante las acusaciones, el hombre siguió negando haber ido la noche del crimen al apartamento de su mujer, de la que estaba separado desde hacía aproximadamente un año, con la intención de matarla.

Según el acusado, el arma homicida llevaba unos meses en el maletero del coche, ya que tenía previsto ir al campo de tiro cuando tuviera tiempo libre.

El tribunal condenó al hombre, además de a la cadena perpetua, a pagar un total de unos 240.000 francos suizos por daños y perjuicios. La cantidad incluye la indemnización por daños morales a la familia de la víctima y los gastos legales de los abogados de las víctimas.
Según las alegaciones del fiscal, las declaraciones de los hechos del acusado cambiaron a lo largo de la investigación. Inicialmente, el emigrante negó los malos tratos a su mujer, así como la conflictiva relación que mantenía con sus hijos, especialmente con el mayor, de 18 años, que defendía a su madre siempre que había agresiones físicas o verbales.

El Ministerio Público constató, teniendo en cuenta los numerosos testimonios de los dos hijos, que las agresiones físicas y psicológicas eran habituales.

Los informes policiales recogen varios episodios de violencia doméstica, y la última denuncia de la víctima se registró pocos meses antes del crimen, cuando el hombre le rompió la nariz.

En ese momento, los hijos de la víctima fueron escuchados y declararon que el padre era agresivo y celoso y que las discusiones de la pareja eran frecuentes.

La relación de la pareja se deterioró aún más con la salida de la mujer del hogar.

El padre de familia llamaba y controlaba insistentemente a la mujer, amenazándola varias veces con la muerte en los mensajes.

El acusado fue descrito por el Ministerio Público como un individuo extremadamente "egoísta", que en ningún momento mostró arrepentimiento por el acto "atroz" que cometió.

La policía pudo leer los mensajes agresivos enviados a la esposa gracias a la incautación de su teléfono. En estos mensajes, acusaba a su mujer de adulterio y de no dejarle ver a sus hijos, reiterando que si continuaba, la mataría.
El Ministerio Público descartó la posibilidad de hospitalización o medidas terapéuticas, ya que el individuo era consciente de sus actos y no revelaba ningún trastorno psicológico.

"Se preparó para el acto que iba a cometer. Estaba decidido a matar", concluyeron.

El albañil, que vive en Suiza desde 2006, había negado en el juicio haber ido al apartamento de la mujer la noche del crimen para matarla.