La vendimia es el momento álgido de la región vinícola más antigua del mundo, delimitada y regulada, y culmina un año de duro trabajo en los viñedos. "Estamos al principio, pero los primeros indicadores son muy prometedores", dijo a la agencia Lusa Rui Soares, presidenta de ProDouro - Asociación de Viticultores Profesionales del Duero. El responsable habla de un año vitícola "relativamente tranquilo", sobre todo si se compara con 2020, que calificó de "desafiante" y en el que fue "mucho más complicado producir uva". El año pasado, las enfermedades, la escaldadura de la uva y el estrés hídrico provocaron un descenso de la producción, que se fijó en 200.000 barriles de vino (550 litros cada uno).

"Tuvimos una primavera suave y un inicio de verano muy suave, con temperaturas normales para la época, sin excesos, y esto hizo que, ahora, al inicio de la vendimia, veamos, en general, que las vides respiran salud, vemos que las vides, desde el punto de vista sanitario, y desde el punto de vista del follaje, están verdes, exuberantes y con las uvas en un excelente estado de maduración", dijo Rui Soares. Como resultado de todo ello, para este año se espera un aumento del orden del "10 al 15 por ciento en la producción".

La previsión de vendimia del Instituto de la Vid y el Vino (IVV ) apunta a un aumento del 20 por ciento en la producción de vino en el Duero: "Un año de desarrollo normal, con fenómenos de granizo muy localizados. El oídio y el mildiu no tuvieron un impacto significativo en la producción. Se espera una buena calidad de la producción", señaló el IVV.

Álvaro Martinho, director de viticultura de Quinta das Carvalhas, de la Real Companhia Velha (RCV), se centra en los viñedos que se extienden desde el río Duero hasta la parte superior de la ladera, en el municipio de São João da Pesqueira. Lusa afirma que este "es un buen año", con un buen régimen hídrico que hace que las viñas estén "cómodas", y que prevé un "nivel de producción medio" y de "excelente calidad". No obstante, señala que las próximas semanas son "determinantes".

En este momento, se cortan algunas variedades para vinos blancos o tintos, dejando para más adelante las uvas para el vino de Oporto. "Tiene que haber una recogida selectiva o quirúrgica de cada variedad para este tipo de vino", explica el responsable. Es un trabajo sin techo, que se hace bajo el ardiente sol, que comienza a primera hora de la mañana y que durará todo el mes de septiembre. En un viñedo de unos 100 años, con una fuerte pendiente y flanqueado por los tradicionales muros de esquisto, Dina Barroco, de 29 años, corta la uva y dice con orgullo que es el resultado de todo un año de trabajo. Dejó su trabajo en una fábrica de quesos por la agricultura porque dijo que era más gratificante y lleva tres años trabajando en Carvalhas: "Me gusta, estaba acostumbrada, así que no cuesta", dice.

María José, de 48 años, dijo que hay momentos en los que el trabajo es "un poco duro", pero dice que "aguanta bien" y que le gusta hacer "un poco de todo": "Hay tierras que cuestan un poco más y todo tiene que hacerse manualmente, con hombres que se encargan de ello. En otros viñedos, el tractor ya está puesto y es más fácil", dice. Célia Gomes, de 45 años, trabaja en la finca desde hace 15 años y asegura que su trabajo favorito en la viña es la poda, aunque subraya que la vendimia "es el fruto de todo el año": "Tenemos que cosechar, es nuestro medio de vida", subraya.

Arcindo Ferreira, de 45 años, nació "bajo las viñas" y, por eso, disfruta trabajando en la tierra y dice que conduce el tractor "con extremo cuidado" por terrenos escarpados. "Hace falta mucho cerebro para saber lo que hacemos aquí", añadió. En Quinta das Carvalhas trabajan anualmente unas 40 personas, la mayoría mujeres, "fuimos pioneros en la igualdad de trato por sexos". Desde 2002, los salarios se pagan por igual a hombres y mujeres y esto, para Álvaro Martinho, es una cuestión de "igualdad y justicia". La propiedad cuenta con 150 hectáreas de viñedos, un tercio de los cuales son viñedos tradicionales y 30 hectáreas tienen entre 70 y 100 años de antigüedad: "Son viñedos que vamos a preservar de forma obstinada y estratégica porque las masas viníferas sirven para hacer vinos de altísima calidad y son un patrimonio histórico", subrayó.

En 2021, la vendimia vuelve a estar marcada por la pandemia de Covid-19 y la dificultad para contratar trabajadores: "La falta de mano de obra es un problema estructural recurrente en la región. Históricamente, el Duero nunca ha tenido suficiente mano de obra para la vendimia, siempre hemos necesitado reclutar fuera de la región, en zonas limítrofes y este año no es una excepción a la regla", dijo Rui Soares. La contratación se realiza en zonas "cada vez más lejanas" y también se recurre a mano de obra extranjera y, como la uva no espera, la prevención del covid-19 es la consigna en los viñedos y bodegas. Este año se repiten procedimientos ya implantados en 2020, como la prohibición de visitas a las bodegas y, según el presidente de ProDouro, la vacunación también supone "otra comodidad".