Ahora las etiquetas tendrán que incluir un código de acceso para que los consumidores puedan acceder a una base de datos con toda la información sobre el producto.

Según la Agencia de la Energía, las bombillas seguirán clasificándose en una escala de la A a la G, abandonando las clases "+", que hacían "más difícil la diferenciación de los productos".

También se incluye un código QR que permite acceder a una base de datos con información sobre todas las características técnicas del producto.

"En el caso de las fuentes de luz, se incluye información sobre el color (blanco cálido, blanco neutro, blanco frío), la capacidad de atenuación, la vida útil media, así como otras características sobre la calidad de la iluminación, incluyendo la reproducción del color y el parpadeo".

La modificación del etiquetado se produce tras los cambios introducidos en marzo en algunos electrodomésticos, como aparatos de refrigeración, lavadoras, lavavajillas y televisores.

La etiqueta energética se adoptó en 1994, en el marco de los objetivos de la Unión Europea (UE) en materia de energía y clima, para fomentar el ahorro energético y la consiguiente reducción de costes para los consumidores.