El 20 de noviembre fue el primer día de producción de electricidad sin quemar carbón, después de que la central de Pego agotara sus existencias, a pesar de tener licencia para operar hasta el 30 de noviembre.

Para el grupo ecologista ZERO: "Se trata de una fecha histórica, en la que se deja de utilizar el combustible más contaminante de Portugal en términos de emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, anticipándose a un objetivo que se había fijado inicialmente para 2030".

Para los ecologistas, es fundamental garantizar la inclusión de los trabajadores directa e indirectamente afectados y promover soluciones que no pongan en peligro los logros medioambientales alcanzados.

Dejar de utilizar el carbón en la producción de electricidad es un elemento crucial de la descarbonización, un tema que cobró protagonismo y causó controversia en la conferencia del clima (COP26), ya que algunos países se negaron a acabar con el uso de este combustible.

La central de carbón de Pego, que era responsable del 4% de las emisiones del país, era la segunda instalación con mayor peso en términos de emisiones de dióxido de carbono en Portugal en la última década, después de la Central Termoeléctrica de Sines, que fue cerrada en enero de este año.

En términos absolutos, la emisión media anual de gases de efecto invernadero (GEI) de la central de Pego entre 2008 y 2019 fue de 4,7 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Con la retirada de las dos centrales de carbón ya completada, "Portugal debería registrar una enorme caída de las emisiones de carbono, dado que el uso de centrales de ciclo combinado alimentadas con gas natural, una vía temporal hacia una solución 100% basada en fuentes renovables, se refleja en emisiones de algo más de un tercio por cada unidad de electricidad producida en comparación con el carbón", señala ZERO.

A pesar de los equipos de descontaminación instalados, la central de carbón de Pego era también una fuente importante de emisión de diversos contaminantes, como óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, partículas y metales pesados, cuyas cantidades liberadas a la atmósfera en Portugal verán una importante reducción.

Quema de biomasa

El fin de la actividad de esta planta plantea ahora la cuestión de las alternativas, con el uso de la quema de biomasa como una de las soluciones recomendadas, pero que ZERO advierte que no es "sostenible".

"Se trata de una solución ineficiente y contradictoria con los objetivos de retención de carbono en el bosque y en el suelo y no se traduce en un valor añadido significativo frente a otras soluciones de mitigación climática", afirman.

La asociación defiende que la concesión del punto de conexión de la Central de Pego debe tener en cuenta sólo los proyectos que resulten del "uso de fuentes de energía verdaderamente renovables que en ningún caso contemplan la posibilidad de utilizar biomasa, teniendo en cuenta que ésta no es, ni será nunca de ninguna manera renovable".

Los ecologistas también advierten de la escasez de biomasa forestal residual en el país, dado que en un radio de intervención de 80 kilómetros ya existen innumerables plantas de biomasa e industrias forestales que compiten por el material forestal residual.

Además, el espíritu de la reciente propuesta de la Comisión Europea de julio de 2021, que forma parte del paquete "Ready for 55", es que "a partir del 31 de diciembre de 2026, (...) los Estados miembros no apoyarán la producción de electricidad a partir de biomasa forestal en instalaciones exclusivamente eléctricas".