La inmunosenescencia (disminución de la autoinmunidad asociada al envejecimiento) también está relacionada con la mitigación del estímulo inmunológico de las vacunas y, por consiguiente, con la disminución de su eficacia en los ancianos. Las enfermedades infecciosas que pueden prevenirse mediante la vacunación son una causa importante de morbilidad y mortalidad en los ancianos, comprometiendo un envejecimiento saludable. Las infecciones y la descompensación de comorbilidades preexistentes se asocian a la necesidad de ingreso hospitalario, al deterioro de la capacidad funcional y a la fragilidad con reducción de la calidad de vida y riesgo de institucionalización. En la actualidad, la vacunación es una de las estrategias coste-efectivas más importantes en la prevención primaria de las enfermedades infecciosas, constituyendo una prioridad creciente de salud pública.


La disponibilidad de vacunas con un buen perfil de seguridad, eficaces y bien toleradas, junto con la evidencia de su beneficio para los ancianos, justifica su integración en la práctica clínica centrada en las necesidades de los ancianos. De este modo, se reducirá la prevalencia de las enfermedades infecciosas y la carga asistencial y económica de los servicios sanitarios. A pesar de ello, un número importante de la población anciana sigue sin estar adecuadamente inmunizada según las recomendaciones actuales, lo que se traduce en una baja tasa de cobertura vacunal en este grupo de edad.


Teniendo en cuenta el grupo de edad, el Programa Nacional de Vacunación sólo recomienda la vacunación de por vida contra el tétanos y la difteria. Sin embargo, la Dirección General de Sanidad también recomienda la vacunación contra la gripe en personas de 60 años o más. Basándose en las recomendaciones actuales del Comité Consultivo de Prácticas de Inmunización, el Centro de Estudios Geriátricos de la Sociedad Portuguesa de Medicina Interna aconseja también la vacunación de los ancianos contra las infecciones por Streptococcus pneumoniae y el herpes zoster.


Las reacciones adversas graves que se conocen asociadas a las vacunas son raras o muy raras, al igual que las contraindicaciones de la vacunación. Sin embargo, existe la posibilidad de que se produzca una lipotimia (desmayo o pérdida de fuerza) o, muy raramente, una reacción anafiláctica (aproximadamente 1 caso por cada millón de vacunas administradas). Por ello, se recomienda esperar al menos 30 minutos antes de salir. Las reacciones adversas más comunes asociadas a las vacunas son reacciones leves en el lugar de la inyección, siendo menos frecuentes las reacciones sistémicas como la fiebre.


A diferencia de los niños, para los que existen programas de vacunación bien definidos, para las personas mayores no existe un plan de vacunación natnal de vacunación. Esto ha dado lugar a un bajo índice de cobertura de vacunación en este grupo de edad.


Las enfermedades infecciosas son una causa importante de morbilidad y mortalidad en la población de edad avanzada y algunas pueden prevenirse mediante vacunas. Las infecciones del tracto respiratorio inferior son la cuartaLas infecciones del tracto respiratorio inferior son la cuarta causa de muerte en los países desarrollados, y son tres veces más frecuentes en las personas mayores de 60 años. En particular, la neumonía neumocócica es una de las principales causas de muerte en los ancianos, y las vacunas previenen las formas más graves de esta enfermedad.


Las vacunas disponibles actualmente tienen suficiente potencial para reducir la carga de enfermedades infecciosas en los ancianos, independientemente de que vivan o no en casa. El objetivo es prevenir los ingresos hospitalarios y el deterioro funcional con la consiguiente disminución de la calidad de vida.