"Las asociaciones tienen mucho que ofrecer a los jóvenes. La primera vez que formé parte de una junta tenía 14 o 15 años, ayudaba en el departamento financiero con mi madre y aprendía contabilidad. Ganar experiencia, porque un día después me ayudó en mi formación académica", dice Paulo Pereira, 28 años, presidente de la Associação Cultural do Minho de Toronto(ACMT).
Licenciado en contabilidad por la Universidad de Toronto y con un máster en Finanzas por la Universidad Nova de Lisboa, e hijo de emigrantes de Arcos de Valdevez (distrito de Viana do Castelo), el luso-canadiense cumple el segundo año de su mandato como presidente de la junta directiva de la comunidad.
Cuando muchas asociaciones tienen grandes dificultades para renovar su equipo directivo, la ACMT cuenta con un equipo directivo formado por 10 miembros, con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años.
Celebrando su 46 aniversario el 13 de octubre, la Associação Cultural do Minho de Toronto permite "dentro de su red" hacer amistades que "duran toda la vida", ya sea a través del rancho folclórico, el grupo de tambores u otras actividades disponibles.
"Las asociaciones, cuando se crearon, eran principalmente para los inmigrantes cuando llegaban de Portugal, para tener un poco de contacto con la sociedad luso-canadiense, con los que ya estaban aquí y hablaban la lengua portuguesa, para compartir las experiencias de la vida aquí", subrayó.
Para Paulo Pereira, las asociaciones portuguesas en Canadá "fueron importantes en la integración de las primeras oleadas de inmigración", pero también para los descendientes de portugueses y las generaciones que ya habían nacido en Canadá, prestando diversos servicios, ya sea en la "preservación de la lengua, la cultura y la gastronomía portuguesas".
"No se trata sólo de preservar cosas de Portugal, tradiciones que padres y abuelos trajeron a Canadá, se trata también de establecer conexiones entre Canadá y Portugal", aclaró.