En abril, el 4,8 por ciento de los infectados murieron a causa del covid-19, y en mayo, ese número aumentó al 5,3 por ciento. Desde entonces, el efecto mortal ha comenzado a disminuir y en septiembre y octubre alcanzó el 0,8 por ciento, es decir, una persona de cada 116 no sobrevivió a la enfermedad.

A pesar de los datos alentadores, la comunidad médica no tiene mucha confianza y teme una segunda oleada: "Tenemos un alto número de nuevos casos, lo que está causando una gran presión en la atención primaria, pero todavía no tenemos el efecto de la mortalidad", dijo el epidemiólogo Gustavo Tato Borges al periódico Correio da Manhã, sin embargo cree que la alerta de que estos números se pueden sentir en las próximas semanas.

El doctor Ricardo Baptista Leite, dijo al mismo periódico: "hoy en día, somos capaces de tratar mejor la enfermedad. Tenemos más conocimiento, sabemos ventilar mejor, tenemos dexametasona, una píldora que puede disminuir la mortalidad de los pacientes en cuidados intensivos".

Finalmente, el médico confirma que estamos mejor preparados que nunca: "Tenemos herramientas y organización que no teníamos hace 7 meses y a medida que el virus se vuelve endémico es normal que se vuelva menos agresivo", dijo Baptista Leite. Sin embargo, "todavía es demasiado pronto para hablar de mitigar la virulencia del covid-19", explicó, diciendo que todavía es importante controlar la propagación para asegurar el funcionamiento sostenible del Servicio Nacional de Salud.