Esta importante conclusión se desprende del estudio "Impacto de los espacios verdes en la salud mental y física", que se presentó el lunes en el Laboratorio del Paisaje de Guimarães. Al acto asistieron personalidades como el alcalde, Domingos Bragança; Adelina Pinto, Presidenta del Laboratorio del Paisaje; Luís Campos, Presidente del Consejo Portugués de Salud y Medio Ambiente; y José Pimenta Machado, Presidente de la Agencia Portuguesa de Medio Ambiente (APA).
En el estudio, desarrollado por el Laboratorio del Paisaje, la Facultad de Medicina de la Universidad deMinho (UMinho) y el Instituto Superior de Salud(ISAVE), participaron 501 residentes que viven cerca de los espacios verdes municipales de Guimarães y se cruzaron datos sobre proximidad, uso, percepción e impacto en los indicadores de salud. Los encuestados se dividieron en aquellos que vivían a menos o más de 300 metros de los espacios verdes. Las entrevistas se realizaron entre el 8 y el 24 de marzo de 2025, sobre la base de una matriz de cuotas por sexo, edad y ubicación, con un total de 17 entrevistadores.
Las conclusiones son claras: el mero hecho de vivir cerca de parques no mostró un impacto estadísticamente significativo en los síntomas psicológicos o la calidad del sueño. En cambio, la frecuencia con la que los individuos utilizaban los espacios verdes se reveló como un factor clave para reducir la ansiedad, el estrés y mejorar el sueño. Aunque también se observó una relación con la depresión, parece estar influida por otras variables, como el nivel de ingresos o la situación laboral.
Asimismo, en el ámbito de la actividad física, el estudio confirma que la proximidad es importante: cuanto más lejos viven las personas de los parques, menos tiempo dedican por sesión a una actividad moderada. El uso regular de los espacios verdes influye positivamente en los niveles de actividad física, especialmente en los paseos y el ejercicio moderado.
El análisis socioeconómico revela un contraste significativo: las personas con mayores ingresos valoran más los espacios verdes, pero los frecuentan menos. En cambio, las personas con rentas más bajas son las que más utilizan estos espacios, una tendencia que refuerza la importancia de las políticas públicas que promueven activamente su uso. En este sentido, los autores del estudio subrayan que no basta con construir o mantener parques, sino que es imprescindible fomentar su uso regular.
Pedro Morgado, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minho, cree que el estudio refuerza una idea clave para la salud mental urbana: "La naturaleza sólo tiene efecto terapéutico cuando se transforma en una experiencia vivida, regular y activa". La investigadora argumenta que "vivir junto a un parque puede ser irrelevante si la población no se implica en su uso", destacando también la importancia de medidas concretas: desde la accesibilidad y la seguridad hasta la existencia de programas de actividad social y física en estos espacios, incluyendo actividades escolares.
El estudio apoya el trabajo que Guimarães viene realizando en el ámbito de la Estrategia Verde Radial, ciudad que será Capital Verde Europea en 2026. Esta estrategia prevé la construcción de tres cinturones verdes concéntricos: uno en la zona urbana y dos fuera de la ciudad, de 20 y 42 kilómetros, respectivamente. "Estos cinturones arbolados conectarán zonas verdes, parques y vías verdes, mejorando la accesibilidad, que es precisamente una de las barreras identificadas en el estudio", explica Carlos Ribeiro, director ejecutivo del Laboratorio del Paisaje. Cuando esté terminado, el anillo más exterior abarcará el 74% de la población del municipio.
El proyecto "Bairro C" -una iniciativa piloto de regeneración urbana centrada en la sostenibilidad medioambiental y la conexión de corredores verdes- ya está creando el primero de estos anillos, con 11 kilómetros de cinturones verdes dentro del tejido urbano. Cabe destacar que, entre 2012 y 2023, Guimarães aumentó su superficie verde en 95 hectáreas, contando ahora con dos grandes parques urbanos de 30 y 39 hectáreas, situados al este y al oeste de la ciudad.
Cabe señalar que Guimarães cuenta con un plan para alcanzar la neutralidad climática en 2030, con iniciativas como el proyecto PEGADAS -una iniciativa municipal de educación ambiental dirigida a la comunidad escolar- que ya ha involucrado a 19.300 estudiantes y 1.700 profesores en prácticas sostenibles.
El estudio siguió un enfoque integrado de salud pública, alineado con los conceptos de One Health y Exposome, reconociendo la interdependencia entre la salud humana, el medio ambiente y los ecosistemas, y los impactos acumulativos de las exposiciones ambientales y sociales a lo largo de la vida.