Investigadores del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Oporto (ISPUP ) concluyeron, en un estudio en el que participaron 643 personas de 60 años o más, que las personas que viven solas no son necesariamente las que tienen mayor riesgo de desarrollar una depresión.

Para ello, los investigadores evaluaron a 643 adultos, de 60 años o más, residentes en Oporto y participantes en la cohorte EPIPorto [estudio longitudinal del ISPUP que, desde 1999, sigue a una muestra de residentes del municipio], que respondieron a preguntas sobre su estado, situación de vivienda, actividades de ocio, así como la percepción de apoyo social por parte de familiares y amigos.

El estudio, desarrollado en el marco del proyecto HARMED, concluyó que quienes viven solos "no son necesariamente los que tienen mayor riesgo de desarrollar una depresión".

"De hecho, la depresión es más frecuente en los adultos mayores que carecen de apoyo social y que no participan en actividades de ocio, independientemente de que vivan solos o acompañados", subraya el instituto.

De los participantes, el 27,4% sufría depresión, una prevalencia que era más acusada en las mujeres que, analizadas de forma aislada, tenían una prevalencia del 30% de la enfermedad.

La investigación concluyó que "la mayor propensión a la depresión se da entre los adultos mayores que viven solos, pero que simultáneamente acumulan las desventajas de tener poco apoyo social y poca participación en actividades de ocio".

"Vivir solo no debe considerarse como el principal factor de aislamiento asociado a la depresión", subraya el ISPUP.

Citada en el comunicado, la investigadora Ana Henriques, primera autora del estudio, destaca que el aislamiento social debe ser "abordado de forma multidimensional".

"Hay otros componentes que nos ayudan a tener una visión más completa de lo que es el aislamiento social, a saber, la participación en actividades de ocio y el apoyo social recibido", dice.

Defendiendo que el aislamiento social puede "darnos una visión incompleta", Ana Henriques afirma que es necesario tener en cuenta "todas las variables de apoyo social" -como la práctica de actividades- y cómo éstas pueden ser "cruciales" y "ayudar a prevenir el aislamiento y la depresión".

Al mismo tiempo, los investigadores señalan que el estudio podría ayudar a los profesionales sanitarios a identificar antes a las personas mayores con riesgo de depresión.

"En lugar de adoptar un enfoque correctivo, los profesionales de la salud podrán actuar antes, identificando a los adultos mayores que no tienen actividades de ocio o buenas redes sociales, ayudando así a prevenir el aislamiento social y la depresión en esta población", señala el investigador.

Además del ISPUP, el estudio ha contado con la colaboración de investigadores del Instituto de Sociología de la Universidad de Oporto, la Universidad Miguel Hernández de Elche (España) y la Universidad de São Paulo (Brasil).

Financiado por la Fundación para la Ciencia y la Tecnología (FCT) y Portugal 2020, el proyecto HARMED, desarrollado por el ISPUP y el Instituto de Sociología de la Universidad de Oporto, pretendía medir el impacto de la crisis socioeconómica, la violencia y los problemas sociales en las personas mayores.