Los complejos turísticos han recurrido a contratar seguridad y obligar a la gente a hacer colas organizadas que empiezan a crecer dos horas y media antes de que abran las piscinas. Mientras tanto, una mujer llamada Alexia Parmigiani ha empezado a ofrecerse para vigilar las tumbonas de la gente, ganando hasta 5.000 euros al día.