"Es preferible tener más pequeños espacios verdes arbóreos que un gran espacio verde. Funcionan mejor en la sección de la isla de calor" que se centra en las sierras de Conchada, Alta Universidade y Montes Claros, explicó a Lusa António Rochette, profesor e investigador de la Facultad de Letras de la Universidad de Coimbra.

El profesor del Departamento de Geografía y Turismo ha publicado artículos científicos sobre el tema y ha dirigido tres tesis de máster (de Vítor Parada, Márcia Silva y Joana Neves) que completan el estudio de la trama urbana de la margen derecha del casco antiguo y su relación con los espacios verdes y azules, y cómo éstos influyen en los microclimas de Coimbra.

El trabajo realizado permitió concluir que el Jardín Botánico, al igual que el Jardim da Sereia, es una "célula de aire fresco casi permanente", pero, al analizar cómo influye este aire fresco en la temperatura del entorno, se llegó a la conclusión de que "el aire fresco del Botânico está limitado" a no más de unos 100 metros de la zona.

"En el pasado, se pensaba que cuanto mayor fuera el espacio verde, mayor sería su área de influencia", señaló António Rochette, apuntando que la falta de influencia del Botánico en la temperatura de su entorno también puede estar relacionada con la morfología del terreno, estando previsto realizar estudios en otras zonas para entender si el comportamiento es similar o no.

Los estudios desarrollados llaman la atención sobre "el caso de Sá da Bandeira", en el que los árboles que dan sombra a lo largo de la avenida "provocan una ruptura de esta isla de calor".

"Allí se rompe la isla de calor", subrayó.