El reciente encuentro en Lisboa entre el Ministro de Asuntos Exteriores portugués, Paulo Rangel, y el Consejero Federal suizo, Ignazio Cassis, marca no sólo un refuerzo de los lazos políticos, sino la apertura de un nuevo capítulo para la investigación, la innovación y el desarrollo de talentos en Portugal.
Para quienes seguimos de cerca la evolución económica y científica del país, esto es mucho más que una formalidad diplomática. Es una señal de que Portugal se está situando en la encrucijada de la próxima ola de innovación de Europa, basada en la cooperación, la investigación compartida y la sostenibilidad. El acuerdo para intensificar los intercambios bilaterales en campos como las tecnologías de la información y las energías renovables, especialmente en el marco del programa Horizonte Europa de la Unión Europea, podría reconfigurar nuestra concepción del panorama científico y empresarial.
Suiza es una de las economías más avanzadas del mundo en investigación, y se sitúa sistemáticamente entre los líderes mundiales en innovación, transferencia de tecnología y educación. Al estrechar lazos con un socio de estas características, Portugal puede acceder a nuevas redes de conocimiento, iniciativas conjuntas de investigación y oportunidades para que sus universidades y startups participen en proyectos avanzados. Esta colaboración tiene el potencial de acelerar la modernización de nuestra economía, particularmente en áreas como las tecnologías verdes, la ciencia de datos y la inteligencia artificial, todas ellas impulsoras clave de un futuro más sostenible y resiliente.
Como alguien que ha pasado muchos años observando la intersección entre el sector inmobiliario, la tecnología y el crecimiento sostenible, veo esta cooperación como una oportunidad que va mucho más allá de los laboratorios. Puede influir en la forma en que diseñamos las ciudades, gestionamos la energía y formamos a la próxima generación de innovadores. La comunidad académica portuguesa, y especialmente los jóvenes investigadores, podrían beneficiarse enormemente de este puente hacia uno de los ecosistemas científicos más dinámicos de Europa. También podría ayudar a resolver uno de nuestros retos más antiguos, la pérdida de jóvenes talentos en beneficio de otros países. Con colaboraciones internacionales sólidas, nuestras mentes más brillantes pueden encontrar oportunidades globales sin dejar de estar conectadas con Portugal.
Esta asociación también pone de relieve cómo la diplomacia puede apoyar la sostenibilidad. Al aunar esfuerzos en energías renovables y tecnologías verdes, ambos países están invirtiendo en soluciones que definirán las próximas décadas de crecimiento económico. Es también un recordatorio de que, en un mundo de incertidumbre, la cooperación y el intercambio de conocimientos son nuestras mejores herramientas de resistencia.
Portugal siempre ha sido una nación de exploradores. Hoy exploramos nuevas fronteras, no a través de los océanos, sino a través de la ciencia y la innovación. La asociación con Suiza nos recuerda que el liderazgo en el siglo XXI no tiene que ver con el tamaño o el poder, sino con la conexión, la creatividad y el coraje.
Si aprovechamos este momento, podríamos ayudar a dar forma a una economía en la que nuestro talento, nuestras ideas y nuestra investigación ya no fluyan hacia el exterior, sino que irradien desde Portugal hacia el mundo.








