A casi todos los niños les gustan los animales, normalmente mucho más que el aprendizaje. Así que, ¿por qué no unir ambas cosas para ver si los animales pueden ayudar a los niños a aprender?

No es una idea nueva, pero ha ido ganando terreno en los últimos años, y antes del último confinamiento muchos profesores se habían acostumbrado a llevar animales -como el conejo del colegio o su propio perro- a las clases.

Y aunque las criaturas, que van desde hámsters, perros y lagartos hasta animales más grandes (no tan aptos para la escuela) como los caballos, pueden mejorar el bienestar de los niños, las intervenciones asistidas por animales (IAA) también pueden ayudar al aprendizaje y desarrollo de los niños.

En ciencias, los niños pueden aprender sobre los propios animales, pero va mucho más allá. En otras clases, la presencia de animales puede hacer que los niños se sientan más relajados, y también puede impulsar su aprendizaje en áreas menos obvias como el desarrollo social y emocional.

Ahora se ha abordado todo el tema de las IAA en un nuevo libro, Tails from the Classroom (Colas desde el aula), escrito por la Dra. Helen Lewis, especialista en educación de la Universidad de Swansea, y el Dr. Russell Grigg, inspector de educación. Ambos llevan años trabajando con animales en las escuelas.

"La naturaleza amante de los animales de la mayoría de los niños, que se remonta a tiempos inmemoriales, es una base maravillosa para que profesores y padres se apoyen en ella", afirma Grigg.

Y Lewis añade: "No hay duda de que la presencia de un animal puede aportar inmensos beneficios a muchos alumnos. Pero debemos recordar que no todos los animales disfrutan en un entorno educativo. Los animales son capaces de sentir emociones complejas y las expresan de forma sofisticada.

"Si decidimos involucrarlos en las aulas, debemos reconocer estas voces, tratándolos como participantes iguales, no como meros recursos de enseñanza".

Aquí, Lewis y Grigg esbozan cómo la interacción con los animales puede beneficiar a los niños...

Comportamiento social
Cuidar de los animales fomenta el sentido de la responsabilidad, explica Lewis, y los niños desarrollan la empatía cuando aprenden a reconocer cuándo los animales tienen sed, cansancio o calor, lo cual es un paso importante para volverse menos egocéntricos.

"Participar en actividades de cuidado significativas puede fomentar el sentido de confianza y autoestima de un niño y puede fomentar una afinidad duradera con el mundo natural", dice. "Los animales pueden convertirse en un amigo que no juzga".

Los niños también aprenden a turnarse en el cuidado de los animales, y no se sienten presionados por ellos del mismo modo que con sus compañeros.

Bienestar emocional
Una relación con un animal puede fomentar un sentimiento de seguridad y pertenencia, dice Grigg. "Los niños que no tienen confianza en sí mismos para hablar con los humanos pueden abordar esto ganando confianza a través de la conversación con los animales", explica.

Los animales proporcionan una "biorretroalimentación" muy clara sobre sus emociones a través de su lenguaje corporal, de modo que cuando los animales, como los perros, dan información, ya sea moviendo la cola o alejándose, los niños aprenden a regular su propio comportamiento.

"Aprenden la importancia de estar tranquilos con los animales y a identificar los signos de estrés. A los niños con ansiedades particulares les reconforta saber que no están solos: escuchar que incluso los grandes perros tienen miedos, como los truenos o los fuegos artificiales".

Además, a algunos niños con dificultades de apego les resulta mucho más fácil estar cerca de los animales, lo que puede ayudarles a aprender a desarrollar vínculos con los humanos.

"Recientemente hemos descubierto que muchas escuelas han utilizado animales para ayudar a los niños a volver a la escuela después de los confinamientos, mientras que algunas han involucrado a los animales en las lecciones online durante la pandemia", añade Grigg.

Lenguaje, alfabetización y comunicación
Los niños pueden desarrollar la capacidad de hablar y escuchar hablando de las necesidades de un animal con su dueño, explica Lewis: "Tienen que escuchar atentamente las instrucciones sobre cómo cuidar al animal, o dar instrucciones sencillas al perro de la escuela".

"Pueden adquirir más confianza al hablar o leer a los animales, que son un público no crítico, y cuando los niños vuelven a casa pueden contar a sus padres la visita de un perro u otro animal al colegio, creando una conversación".

Desarrollo físico
El simple hecho de pasear a un perro aporta enormes beneficios físicos y fisiológicos, señala Grigg. "Los estudios han demostrado que los propietarios de perros tienen cuatro veces más probabilidades de cumplir las pautas de actividad física recomendadas", afirma.

"Y cuando un niño se estira físicamente y acaricia a un animal, libera endorfinas en el sistema nervioso, que pueden reducir la ansiedad".

Además, al interactuar con los animales, aseándolos o dándoles de comer, por ejemplo, los niños y jóvenes desarrollan una serie de habilidades motoras finas y gruesas. Las personas con discapacidades físicas, como la parálisis cerebral, también pueden beneficiarse de la terapia asistida por caballos, afirma.

Imaginación, curiosidad y creatividad
"Tampoco debemos olvidar que la mayoría de los niños encuentran fascinantes a los animales", dice Lewis, "los animales tienen muchos superpoderes aparentes: por ejemplo, el sentido del olfato o del oído de un perro, la capacidad de un pez para vivir bajo el agua o la capacidad de un pájaro para volar.

"Esto puede captar la imaginación y la curiosidad de los niños, generando preguntas y el deseo de saber más.

"Pueden representar personajes animales y desarrollar una serie de habilidades sociales e imaginativas. En todo el mundo, los niños se dedican a desarrollar sus habilidades de investigación en proyectos escolares de temática animal porque los profesores saben el poder que tienen los animales para inspirar y motivar a sus alumnos."