A sus 24 años, la sonrisa abierta disimula el peso de la historia que arrastra la joven. Recibió asilo, está aprendiendo portugués, forma parte de un programa de prácticas para refugiados en una multinacional sueca, "tiene comida y un techo" para sus hijos.

Su padre murió cuando Marvelhous tenía 18 años y tuvo que dejar la escuela, ella y otras dos hermanas. Una tía la llevó a su casa a trabajar. A Marvelhous le gustaba su tía, pero no su tío: "Venía a dormir conmigo cuando estaba sola y yo no quería. Le dije que si mi tía se enteraba, me mataría", cuenta.

Huyó de su tío y de un embarazo no deseado, abortó, "la única salida". Vagó por las calles hasta que encontró consuelo en una iglesia, donde se le acercó un hombre con la promesa de llevarla a Europa. Emprendió el viaje que la llevó, con otras dos amigas, primero a un campamento en Níger, donde conoció al padre de sus hijos, y luego a Libia, a través del desierto.

En Libia la detuvieron y descubrieron que había sido vendida, pero consiguió, con la ayuda de la familia de su ahora marido, escapar para enfrentarse al océano y a Europa. Estaba embarazada de su hija. El mar se llevó el barco en el que viajaba de vuelta a Trípoli, de vuelta a la cárcel. Otra fuga, otro viaje, ahora con una niña de ocho meses en su regazo, otro bebé en su vientre y sin su marido.

"No teníamos dinero para cruzar los dos. Yo me vine con los niños y él se quedó trabajando, para llegar a fin de mes. Cuando se acabó el mar, llegamos a Italia y fuimos a un campo de refugiados. Un año después, me dijeron que venía a Portugal", cuenta.

No sabía nada de Portugal: "No conocía el país. Pero si estaba en Europa, tenía que ser mejor que Nigeria o Libia. Cuando llegué a Braga, sentí que era un lugar de gente amable. Aquí encontré la luz de la esperanza para tener un futuro y un porvenir feliz", explica.

Marvelhous llegó a Portugal en el marco de un programa de acogida de refugiados de la Unión Europea y fue acogida por Adolescere, una asociación que trabaja con personas en situación de riesgo y acoge a mujeres solas y familias de refugiados.

En el marco del Programa de Reubicación de la Unión Europea, Portugal fue el sexto país europeo que más refugiados acogió, recibiendo a 1.550 personas procedentes de Grecia (1.190) e Italia (360), entre diciembre de 2015 y abril de 2018 -y que fueron acogidas en 97 municipios-.

"La familia de Marvelhous -ella, su hija y su hijo- fue la primera que acogimos. Fuimos a Lisboa a recogerlos y el viaje hasta Braga fue tranquilo, la niña era muy curiosa, se pasó todo el viaje pegada al cristal", recuerda Carla Fernandes, responsable de esa asociación.

Adolescere ha acogido a ocho familias como Marvelhous: "El programa de acogida dura 18 meses. El objetivo es diseñar con estas mujeres un proyecto de vida, que comienza con el aprendizaje del portugués, la integración de los niños en la escuela, el seguimiento médico y la integración profesional", describe.

Por cada miembro del hogar, las madres reciben 150 euros, una cantidad que los técnicos de Adolescere les enseñan a gestionar, comparar precios y elegir: "Son familias que no tenían nada y las prioridades aún no están claras", explica Carla Fernandes.

"Lo que más quieren es que sus hijos vayan a la escuela, que aprendan portugués rápidamente, para que puedan ser alguien en la vida. Su principal preocupación son sus hijos", garantiza.

Las palabras de Marvelhous son una prueba de ello: "Me escapé para poder vivir sin miedo. Después de que nacieran mis hijos, ya no pienso en mí, sólo en ellos y en su seguridad. Casi soy feliz aquí", admite. ¿Casi? "Sí, echo de menos a su padre", responde.