Durante la pandemia de Covid-19, este portugués llevó la música a hospitales y hogares, animando y reconfortando a la gente.

La historia de Luís Martelo, compartida por Postal, es un relato de superación, esperanza y determinación. Desde enfrentarse a la dura realidad de las calles hasta convertirse en el tercer mejor trompetista del mundo, la vida de este portugués es un viaje extraordinario. Recientemente ha sido galardonado con un premio de la Reina Isabel II por sus servicios a la comunidad durante la pandemia.

Nacido en un modesto hogar de Barcoço Mealhada, Luís descubrió por primera vez la melodía de la trompeta a la temprana edad de 11 años. A pesar de no haber completado sus estudios en el conservatorio, participó activamente en bandas militares y filarmónicas, encontrando en la banda militar de Queluz no sólo música, sino también un mentor crucial, Fernando Vidal, que le adentró en el universo musical.

Sin embargo, la vida de Luís Martelo dio un giro inesperado: tras ser rechazado en Queluz, se vio inmerso en una fase tumultuosa en Évora, marcada por abusos y malversaciones. El regreso a casa fue difícil, plagado de recuerdos dolorosos, quedó en la calle debido a la separación de sus padres, según el informe.

En Vila Nova de Milfontes, Luís tuvo que vender su trompeta para sobrevivir.


Todo se arregló gracias a la ayuda de sus amigos, que dieron a Luís la oportunidad de empezar de nuevo en Inglaterra. Tras una semana de duro trabajo, adquirió una nueva trompeta, reavivando así su sueño.

Durante la pandemia de Covid-19, Luís llevó su música a las puertas de hospitales y hogares, proporcionando el ánimo y el consuelo necesarios a la gente.

Los notables gestos de este portugués no pasaron desapercibidos, pues la Reina Isabel II le concedió una distinción única en honor a su ejemplar servicio a la comunidad. De vagabundo a trompetista de fama mundial, la historia de Luís Martelo es un testimonio inspirador de resiliencia y renacimiento, que demuestra que la vida puede empezar de cero a cualquier edad.

"No se puede perder nada cuando ya se ha perdido todo".