Siendo aún una niña, fue prometida por razones políticas a Lotario de Provenza, heredero del rey Hugo de Italia. Hugo se casó con la madre viuda de Adelaida. A los dieciséis años, se casó con Lothair y tuvieron una hija, Emma. Fue una unión infeliz pero breve, pues en 950 murió Lothair. Su sucesor, Berengar, la encarceló cuando Adelaida se negó a casarse con su hijo. Tras cuatro meses de reclusión, escapó en agosto de 951, y cuando ese mismo año el emperador alemán Otón apareció en Italia y le propuso matrimonio, ella aceptó. De este matrimonio nacieron cuatro hijos, el futuro Otón II y tres hijas, dos de las cuales se hicieron monjas. Una revuelta encabezada por Ludolf, hijo de Otto de su primer matrimonio, fue aplastada. Parece que fue la influencia de Adelaida la que favoreció la política de Otto de estrecha colaboración con la Iglesia. Durante una estancia de seis años en Italia, Otón y Adelaida recibieron la corona imperial de manos de Juan XII.

Cuando su marido fue sucedido en 973 por su hijo Otón II, Adelaida ejerció durante algunos años una poderosa influencia. Más tarde, sin embargo, su nuera, la princesa bizantina Teófano, puso a su marido en contra de su madre, y fue expulsada de la corte. Finalmente, se produjo una reconciliación, y en 983 Otón la nombró su virrey en Italia.

Murió ese mismo año, y el nuevo emperador, Otón III, aún menor de edad, fue confiado a la regencia conjunta de su madre y su abuela. Teófano logró una vez más expulsar a Adelaida del poder y de la corte. Su muerte en 991 devolvió la regencia a Adelaida. Fue asistida por San Willigis, obispo de Maguncia. En 995 Otón alcanzó la mayoría de edad, y Adelaida pudo dedicarse exclusivamente a obras piadosas, especialmente a la fundación o restauración de casas religiosas. Durante mucho tiempo había mantenido estrechas relaciones con Cluny. De camino a Borgoña para apoyar a su sobrino Rodolfo III contra la rebelión, murió en un monasterio que había fundado en Seltz. Se había dedicado constantemente al servicio de la Iglesia y de la paz, y al imperio como guardiana de ambas; también se interesó por la conversión de los eslavos. Su fiesta se celebra en muchas diócesis alemanas.