Detrás de los titulares sobre nuevas empresas y eventos tecnológicos mundiales se esconde una sólida historia económica, impulsada por la inversión, la investigación y el progreso cuantificable.

Los últimos datos del Banco Portugués de Fomento ponen de relieve lo lejos que ha llegado el país. A través de un nuevo fondo de 15 millones de euros dedicado a la Deep Tech, Portugal está invirtiendo directamente en las tecnologías que darán forma al futuro: inteligencia artificial, computación cuántica, biotecnología y materiales avanzados. Sólo un máximo de veinte empresas emergentes recibirán financiación, pero cada una de ellas podrá obtener hasta 750.000 euros de financiación, igualados por la coinversión privada. Esto garantiza que cada euro público atraiga capital privado y validación de mercado, una fórmula diseñada para multiplicar el impacto en lugar de gastar a ciegas.

Al mismo tiempo, un estudio nacional realizado por ISCTE y la Asociación Portuguesa de Capital Riesgo (APCRI) revela cómo el capital riesgo está transformando la economía desde dentro. Las empresas apoyadas por estos fondos generan 12 veces más ingresos y crean 15 veces más puestos de trabajo que la media nacional. Casi la mitad de sus ingresos totales procede de la exportación, lo que demuestra que la innovación portuguesa ya no se limita a las fronteras. Es global, ambiciosa y competitiva.

Según el mismo estudio, las empresas de capital riesgo facturan actualmente 21.700 millones de euros al año y emplean a 177.000 personas. Cada una de ellas paga una media de 2,2 millones de euros al año en concepto de impuesto de sociedades, lo que contribuye directamente al crecimiento de la nación. Su rentabilidad también cuenta una historia poderosa: el EBITDA medio de las empresas respaldadas por capital riesgo es de 1,5 millones de euros, frente a los apenas 200.000 euros de otras empresas. En el caso de las respaldadas por capital riesgo, la cifra asciende a 5 millones de euros, una cifra extraordinariamente 25 veces superior a la media nacional.

Estas cifras dibujan un panorama claro de un país en transición. Portugal está evolucionando de una economía antaño dependiente de los sectores tradicionales a otra definida por el conocimiento, la ciencia y la tecnología. La combinación de financiación pública, inversión privada y confianza internacional está creando un círculo virtuoso que impulsa el espíritu empresarial, crea puestos de trabajo de alta calidad y construye empresas capaces de competir a escala mundial.

Instituciones como ANI, Portugal Ventures y Startup Portugal trabajan codo con codo con el Gobierno y programas europeos como el fondo IFIC Deep Tech para acelerar este crecimiento. La alineación entre la visión pública y la iniciativa privada es algo a lo que aspiran muchos países, pero Portugal lo está haciendo realidad.

Con grandes encuentros mundiales como la Web Summit y la Convergencia Atlántica celebrándose en Lisboa, los ojos del mundo se vuelven cada vez más hacia Portugal. La combinación de talento, estabilidad, energía renovable y energía emprendedora del país lo está posicionando como un actor clave en el futuro digital y económico de Europa.

El mensaje es inequívoco. Portugal ya no está al borde del mapa europeo de la innovación. Está en su centro: invirtiendo, creando, exportando e inspirando. La transformación es mensurable, el optimismo es real y el impulso no ha hecho más que empezar.

Descargo de responsabilidad: Este artículo ha sido redactado con la ayuda de AI.