He visto las películas de Regreso al Futuro demasiadas veces en mi vida que, cuando me acerqué al puesto de preciosas obras de arte de Humberto Correia en el Jardim Manuel Bívar, junto al puerto deportivo del centro de Faro, y me tendió un bolígrafo diciéndome que necesitaba firmas para poder presentarse a la presidencia en 2026, no pude evitar pensar en Goldie Wilson. No sé si lo recuerdan, pero Goldie trabajaba en una cafetería en 1955 y a Marty Mcfly, recién llegado del futuro, se le escapó accidentalmente que iba a ser alcalde algún día.

"Alcalde Goldie Wilson. Qué buena idea!", exclamó Goldie.

"Ese será el día", replicó su jefe burlonamente.

"Sólo tiene que esperar y ver, señor Caruthers", respondió Goldie desafiante, "Seré alcalde. Seré el hombre más poderoso de Hill Valley y voy a limpiar esta ciudad".

"Bien", dijo su incrédulo patrón, pasándole una fregona, "puedes empezar por limpiar el suelo".

Lo que quiero decir es que nunca se sabe lo que va a pasar. Y, si me permiten citar otra frase de estas películas "eternas": "Si te lo propones, puedes conseguir cualquier cosa".

Hombre de mundo

Humberto tuvo un comienzo bastante difícil en la vida. Lo sé porque he leído su libro. Se titula "As Pulgas da Minha Infância" (Las pulgas de mi infancia) y está disponible tanto en portugués como en inglés. Es la historia de su vida hasta los 15 años, cuando emigró a Francia, y es una visión fascinante no sólo del hombre, sino también (ya que creció en Moncarapacho antes de mudarse a Armação de Pêra) de cómo era el Algarve en los años 60 y 70.

Humberto dejó la escuela a los 10 años para empezar a trabajar en hoteles de Armação de Pêra antes de abandonar el país y, aunque no aparece en el libro, sé que trabajó en la construcción en Francia durante 17 años y que, de alguna manera, encontró la forma de viajar por todo el mundo antes de volver al Algarve en 2003, donde vivió en su velero "Cascade" en la Ría Formosa durante algunos años.

Artista autodidacta

Si se observan sus encantadores cuadros, en los que representa con gran belleza diversas escenas familiares del sur de Portugal, se podría suponer que Humberto lleva pintando toda su vida o, como mínimo, que ha recibido clases. Pero no. Sólo cuando regresó a Portugal cogió por primera vez un pincel y me contó con orgullo que aprendió a pintar por sí mismo y que desde entonces se gana la vida con ello. Sus pinturas de la arquitectura local, la tierra y los paisajes marinos del Algarve se encuentran ahora en las paredes de personas de todo el mundo.

La campaña del amor

Me divirtió descubrir que no es la primera vez que Humberto se presenta a un cargo y que (como Goldie Wilson) se presentó a la alcaldía en 2017. Llamó al movimiento Campanha do Amor (Campaña del Amor) y, aunque no ganó, el proceso de recogida de las firmas necesarias y el uso de su puesto de arte como "cuartel general de la campaña" le permitieron hacerse una idea real de lo que la gente de la calle quiere realmente, y esta idea suya, bastante atrevida, también sirvió para elevar e inspirar a los lugareños y ayudó a difundir algo de amor por Faro (algo que, tengo mis sospechas, puede haber sido la mitad del objetivo).

Ahora, sin embargo, y sin dejarse intimidar por este fracaso, Humberto ha puesto su mirada en una meta más alta: la presidencia. Para dar a conocer su campaña, Humberto señaló un póster cercano en el que aparecía vestido como un caballero medieval portugués y me dijo que esto nunca deja de intrigar a los transeúntes.

Políticas de campaña

No es realmente mi especialidad, pero pensé que era mejor preguntar a este futuro candidato político por algunas de sus políticas. Le pregunté qué haría si ganaba. Su brillante respuesta fue que no se trata de lo que haría, sino de lo que no haría. En primer lugar, dejaría de gastar dinero en tonterías. Eso, dijo, sería un buen punto de partida.

Humberto admite libremente que no tiene ninguna experiencia política, pero es honesto. Y, como he dicho antes, hace tiempo tampoco sabía pintar, pero míralo ahora.

Vota por el futuro

De todos modos, ya sé a quién voy a votar en 2026. Y si a usted también le gusta la idea de que un día en el futuro pueda invitar a la gente a cenar y comentar casualmente que ese cuadro que tiene en la pared es nada menos que del Presidente de Portugal, entonces se dará una patada y deseará tener una máquina del tiempo para poder volver a visitar su puesto y ayudarle a conseguir más firmas.