Me desperté tras una noche de sueño reparador (¡algo inusual de por sí!), miré por la ventana y vi un tenue sol de invierno que brillaba entre las ramas desnudas del jardín. No era brillante ni espectacular, pero estaba ahí, lo suficiente para que la mañana pareciera más ligera.

Entonces miré mi agenda y me di cuenta de algo insólito: no tenía planes. Ni clientes. Ni reuniones ni grupos programados.

Como había salido el sol y tenía tiempo, me fui al jardín a quitar las malas hierbas, podar y poner orden antes de que llegara el invierno al Reino Unido. Me sentí productiva, pero sin ninguna presión. No estaba forzando la productividad en un día ajetreado; el día me ofrecía espacio para respirar.

Fue entonces cuando decidí llamar a este tipo de días: Días de regalo.

Un Día de Regalo es un día que no has planeado, pero que te ofrece algo inesperadamente agradable o satisfactorio. Puede ser algo grande, como disponer de repente de todo un día libre, o algo pequeño y casi olvidable, como una taza de café perfecta.

Un Día de Regalo podría ser algo así:

Un cliente cancela y de repente tienes una hora libre.

Tu reunión acaba pronto y se abre el resto de la mañana.

Aparece el sol en un día que se preveía gris y frío.

Encuentras algo que creías perdido.

Tu pastel favorito en tu cafetería favorita está inesperadamente rebajado.

No tiene por qué ocurrir nada dramático.

Se trata más bien de la sensación de que te regalan tiempo o placer sin ganártelo ni esperarlo.

Créditos: Unsplash; Autor: joel-muniz;

En su breve poema "Polvo de nieve", Robert Frost describe cómo un pequeño momento inesperado mejoró su día. Un cuervo le sacude la nieve de un árbol y, de alguna manera, este pequeño acontecimiento cambia sus sentimientos:

"Ha dado a mi corazón
Un cambio de humor...".

Que un poeta conocido reconozca el poder de los pequeños momentos espontáneos hace que la idea de los Días de Regalo parezca legítima. Si un poeta pudo escribir sobre un simple momento que transformó su mentalidad, entonces estos pequeños momentos aleatorios importan.

Después de mi Día del Regalo, pensé: "¿No sería estupendo que esto pudiera repetirse?".

Empecé a preguntarme si los Días de Regalo tienen que ser aleatorios, o si podría darles espacio intencionadamente.

Por ejemplo, si un cliente cancela, en lugar de intentar automáticamente ocupar ese tiempo con otra reserva o más trabajo, ¿qué pasaría si etiquetara ese hueco como un Día de Regalo?

Un hueco de regalo podría ser

salir a dar un paseo,

leer un capítulo de un libro,

hacer algo creativo,

sentarse en un lugar cálido con una taza de té,

o simplemente no hacer nada.

La clave, he estado pensando, es proteger el tiempo en lugar de llenarlo.

Cuando vemos una hora libre inesperada, nuestro hábito habitual es atiborrarla de tareas o carga de trabajo, como si el tiempo vacío tuviera que ser inmediatamente "productivo". Pero, ¿y si decidiéramos que el tiempo libre inesperado es algo que se nos permite disfrutar?

Lo interesante es que después de pasar la mañana al aire libre, sin presiones ni expectativas, volví a casa con energía y la mente despejada. Me senté y escribí este artículo, junto con otras tareas creativas que normalmente requieren mucho esfuerzo y concentración. Lo que normalmente requeriría concentración y disciplina fluyó con facilidad.

Créditos: Unsplash; Autor: jad-limcaco;

Fue entonces cuando me di cuenta del poder de los días de regalo: dedicar tiempo al trabajo me ayudó a realizarlo con más facilidad.

En lugar de agobiarme con las tareas, volvía a ellas con motivación y más claridad. Era más productiva, no menos.

Cuando nos alejamos de aquello en lo que estamos trabajando, nuestro cerebro sigue procesando en segundo plano. Por eso las ideas suelen aparecer cuando estamos paseando o haciendo algo repetitivo con las manos. Los días de regalo crean el espacio mental necesario para la creatividad y la resolución de problemas.

Solemos pensar : "Si me esfuerzo un poco más, conseguiré hacer más cosas".

Pero a menudo ocurre lo contrario:

Cuando descansamos, volvemos con más energía.

Cuando hacemos una pausa, las ideas surgen de forma natural.

Cuando dejamos de forzar la productividad, el trabajo fluye por sí solo.

Los Días de Regalo nos demuestran que el tiempo libre no es tiempo perdido, sino capacidad recuperada.

Pasamos mucho tiempo planificando, programando y llenando nuestros días de compromisos. Un Día de Regalo interrumpe esa rutina y nos recuerda que no tenemos que controlar cada momento. Los Días de Regalo nos recuerdan que no es necesario ganarse cada momento de disfrute.

¿Por qué no lo intentas?

La próxima vez que se cancele una reunión, o alguien la posponga, o aparezca un hueco de tiempo inesperado, en lugar de llenarlo, prueba a decir: "Este es un hueco de Regalo". Reconócelo. Utilízala para algo que te reconforte. Trátalo como un pequeño regalo. Cuanto más nos fijemos en estos regalos, más a menudo empezarán a aparecer.

Sally Corazón

www.heaven2heart.com